Después de las vacaciones de Navidad, las buenas intenciones se multiplican para empezar a hacer régimen, unirse a un gimnasio o dejar de fumar. A veces estos propósitos se dejan en él, a propósito. Lo que podemos cambiar es la forma en que nos alimentamos como un punto de partida para un cambio más general de hábitos.
Todo empieza cuando vamos a comprar comida. Tratamos de comprar la mayor parte de los productos frescos, una oferta frutería o el mercado, llenando la canasta de hortalizas y frutas. En invierno la variedad es más limitada, aunque en naranjas, brócoli, tomates, zanahorias y pimientos, hay una fuente muy importante de antioxidantes. Las nueces, como las nueces o las avellanas, son suplementos dietéticos que nos ayudan a mejorar el estado cardiovascular y metabólico. Las alcachofas son una fuente de fibra y diurética. Las manzanas y las peras en sus diferentes variedades son siempre una apuesta segura. Los caldos de vegetales naturales que hidrataran y complementan las comidas de una manera equilibrada. Tratamos de no comprar alimentos que, aunque más caros, son ricos en grasas y muy deseables poco calòrics. Olvídate de las salchichas. Descubre el pescado. No tienes que mirar a los peces más caros como el rape o la suela. Los palaies, el Whiting, el Maire, las cintas o las sardinas son una fuente de proteína y se complementan perfectamente con verduras y fècules. Cocción sencilla: hervida, al vapor, a la plancha, etc. Evite los alimentos fritos y las salsas. Reducir el consumo de alcohol porque es una fuente de calorías innecesarias y perjudicial en exceso. Beber mucha agua ayudará a eliminar toxinas.
Esto puede ser un comienzo para decidir comenzar una dieta, aunque yo coma más sano debe ser normal durante todo el año.